jueves, 22 de agosto de 2013

Primer sueño.

La soledad nunca sería un problema.
Mucho menos en aquellos tiempos.
Recuerdo que me importaba más la aprobación de Tiff que ninguna otra clase de sentimiento.
Podría dejarme odiar por cualquiera, ser insoportable para muchos, insufrible para unos pocos y odiosa para otros.
Tiffany era diferente.

¿En algún momento pensé que ella me correspondía?
Jamás osé hacer tal cosa. Me conformé con que ella se conformase conmigo.

Hasta que llegó el día en el que decidí no conformarme más.
Unos meses después de nuestra ruptura.

Me había quedado ciega, y mis ojos jamás volverían a ser los de antes.
Echaría de menos cosas tan sencillas como ver el sol despertarme, y odiarle por ello.
Digamos, por un casual, que el inconformismo sería el culpable de mi accidente.

La vida siguió, yo con ella, y cambió brutalmente.

Estoy orgullosa de muchas cosas, de la desesperación que me poseyó después de romperme el corazón, no.

Un paseo.
Una bicicleta.
Poder salir a respirar aire puro a la orilla del mar con Calcetín fue una de las mejores sensaciones que recuerdo haber tenido nunca.
Ese perro es un encanto, a pesar de haberle puesto un nombre estúpido y original.

Mis pies volvieron a la luz que mis ojos no volverían a ver.
Supe entenderlo.
Supe apreciarlo.
Supe quererlo.
Supe compartirlo con quien lo merecía.

La felicidad nunca había estado tan presente en cada célula de mi cuerpo.

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